Por Juan Antonio Pedreño, presidente de CEPES y de Social Economy Europe
Murcia ha sido la sede de la I Cumbre Europea de la Economía Social, celebrada los pasados días 15 al 19 de septiembre. Durante estos días, más de 650 participantes, representantes gubernamentales de 27 países europeos y del Mediterráneo Sur, y miembros de las instituciones de la UE, han compartido con el sector de la Economía Social los desafíos comunes más acuciantes, visibilizando la alianza entre las instituciones europeas, los gobiernos y el conjunto de los actores que vertebran este modelo empresarial. Entre ellas han participado la vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea Roxana Minzatu, y la ministra de Trabajo y Economía Social del Gobierno de España, Yolanda Díaz. Un hecho histórico, que ha servido para situar el crecimiento de la Economía Social en la agenda estratégica de las instituciones comunitarias.
2025 es un año de incertidumbre, y la Economía Social es y debe ser considerada como una brújula económica estable y fuerte para la UE. En Europa hay al menos 4,3 millones de entidades y empresas de la economía social, que emplean a más de 12 millones de personas. Este sector es mayor que la industria del automóvil y actúa en todos los sectores de actividad, algunos en ámbitos estratégicos como la agroalimentación, la vivienda, la energía, la economía circular y la innovación social. No queremos, como consecuencia de los cambios en las prioridades de la UE, dar un paso atrás. Sin embargo, en 2025 corremos el riesgo de dar ese paso atrás. Esta decisión no puede producirse.
La Economía Social contribuye en conjunto a la autonomía industrial de la UE, con una economía que responde a las necesidades territoriales; contribuye a la resiliencia de las comunidades, alimentando el diálogo y la cohesión social; asegura la protección social, a través de la prestación de servicios sociales y de cuidados; consolida y apuntala la democracia, practicando la gobernanza democrática dentro de las empresas y organizaciones, así como a través de la sociedad civil y, sin duda, contribuye a un mundo más justo, mediante la reinversión en objetivos sociales y la reducción de las desigualdades salariales.
Pero para que la Economía Social continúe proporcionando todos estos beneficios económicos y sociales, necesita un compromiso político firme y claro: reforzar el Plan de Acción Europeo de la Economía Social (PAES), y dotarlo de los recursos necesarios y adecuados.
La experiencia de España demuestra que esto es posible: una estrategia nacional, fondos específicos, herramientas de gobernanza compartidas y un diálogo institucionalizado con el ecosistema de la Economía Social desde el ámbito local hasta el europeo y global.
2024 fue un año en el que la Economía Social Europea se aseguró estar presente en las acciones del Parlamento Europeo, con la renovación del Intergrupo de Economía Social; y en la Comisión, con la designación de la vicepresidenta Roxana Minzatu como responsable de las políticas europeas de economía social. Si bien, no compartimos las decisiones del comisario Séjourné de eliminar la Unidad de Economía Social de la DG Grow.
2025 es un año en el que estamos luchando para mantener el PAES en un lugar destacado de la agenda de la UE, para asegurarnos que la Economía Social Europea se entienda como un socio económico esencial para las políticas económicas y sociales. También estamos luchando para garantizar una financiación e inversión adecuadas para el ecosistema, a través de las próximas negociaciones del Marco Financiero Plurianual.
Porque los valores es lo que distingue a la UE del resto del mundo
En un contexto mundial marcado por el rearme, las tensiones geopolíticas y las crisis medioambientales, la Economía Social es más que nunca una opción estratégica para el futuro de Europa.
Porque si el coste de la Defensa y la Competitividad minan los valores de la UE y sus pilares, ¿por qué lucha la UE? No olvidemos que lo que se supone que defiende la Comisión Europea no es sólo la soberanía económica, sino también, y principalmente, sus valores de respeto a la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de Derecho y el respeto a los derechos humanos.
No podemos echarnos atrás. Es hora de unir fuerzas, de defender y reforzar un modelo que pone en el centro a las personas, los territorios y la dignidad del trabajo. La Economía Social Europea está preparada para contribuir a diseñar los cambios que queremos que se produzcan. Porque la economía y la sociedad del mañana se están construyendo hoy, y la Economía Social es la forma más segura de hacerlas justas, ecológicas y sostenibles.
Agradecemos la intervención de la Comisaria Minzatu, que en la Cumbre de Murcia ha reafirmado los compromisos claves de la Comisión para reforzar la Economía Social, reconociendo su valor estratégico para la cohesión y resiliencia de Europa. “Tienen mi total compromiso de que trabajaré con ustedes para seguir impulsando las ambiciones de la economía social en Europa”, afirmó.
El sector no puede quedarse contemplando, sino que debe actuar. Porque “Solos somos invisibles, pero Juntos somos invencibles”.