La IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FFD4), celebrada del 30 de junio al 3 de julio en Sevilla, reunió a más de 150 países con el objetivo de cerrar la brecha anual de financiación —estimada en unos 4 billones de dólares— para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Durante el evento se adoptó el ‘Compromiso de Sevilla’, un plan que incluye 130 medidas, como la creación de una Plataforma de Acción para impulsar reformas fiscales, la reestructuración de deuda soberana y gravámenes al sector aéreo o a las grandes fortunas.
Desde su apertura, António Guterres, Secretario General de la ONU, alertó que “la financiación es el motor del desarrollo y se está ahogando”, destacando la urgencia de fortalecer el multilateralismo frente a los vientos en contra que enfrenta la cooperación internacional.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, inauguró la cumbre y enfatizó la necesidad de aprovechar esta oportunidad para reforzar el compromiso global con la justicia social, la salud, educación y la lucha contra el cambio climático.
La economía social obtuvo un reconocimiento explícito en el documento final. Promovido por Naciones Unidas con el empuje de la Confederación española de Economía Social (CEPES) se destaca su papel estratégico en la implementación de políticas sostenibles y su contribución a una gobernanza más justa. El texto incorpora por vez primera a este sector como actor clave del desarrollo.
Concretamente, en el punto 21 del ‘Compromiso de Sevilla’, se recoge el acuerdo explícito de los Estados miembros para invertir en sectores productivos, en la creación de empleos decentes a gran escala y en el desarrollo de aptitudes para posibilitar que todas las personas se beneficien de un crecimiento económico inclusivo, equitativo y sostenible. Y afirma: «Promoveremos la iniciativa empresarial, incluido el emprendimiento social, en particular entre las mujeres y la juventud, y facilitaremos el crecimiento de las microempresas y pequeñas y medianas empresas, las cooperativas y la economía social y solidaria, así como la industrialización inclusiva y sostenible».
Asimismo, el apartado relativo al papel del sector privado de los países, el documento acordado insta a «fomentar el apoyo a las entidades de la economía social y solidaria, incluido el acceso a asistencia financiera y no financiera adaptada, por parte de instituciones financieras locales, nacionales e internacionales».
Un compromiso aún así limitado
No obstante, la sombra de una ambición limitada planeó por la ausencia del principal donante, Estados Unidos, que declinó participar en el acuerdo final. Esta retirada facilitó alcanzar el consenso, pero al mismo tiempo provocó las críticas correspondientes por parte de los países donantes.
Las ONG calificaron el texto como insuficiente, aunque reconocen que establece medidas importantes. El protagonismo de la sociedad civil fue palpable: más de 1.500 personas participaron en el Foro Civil, destacando exigencias como una fiscalidad justa y la cancelación de deuda del Sur global.
La Cumbre de Sevilla marca en cualquier caso un paso adelante en la financiación del desarrollo, con la economía social emergiendo como elemento reconocido y proactivo dentro del marco internacional.